domingo, 4 de octubre de 2015

Buscando un título en la caja de herramientas

Vestido de gris, el color de los hombres sin nombre, 
sombrero, reloj sin minutos, 
los codos rotos que le impiden dar de comer a los cerdos que imagina tener, sensible, 
lee restos de un periódico viejo, odia lo nuevo, escribe, 
recibe estímulo de los dioses que renunciaron al cargo, 
salió de la mezcla de un hombre cualquiera y una mujer nacida en solsticio, 
es un aliado del tiempo, 
caminante de atmósferas que traspasan puertas a otros mundos, aparece entre una luz flotante que enseguida se cubre de polvo, 
esta vez mi halo está en su paso, llega, 
abre su boca de grandes labios corazón, 
se acerca y me mira con los ojos del alma, 
la misma que conocí cuando supe de su existencia, 
la que me cambió el aire con ausencia de hidrógeno, 
se alimenta de mí y recoge mis momentos, 
cualquiera de esos que haya trazado un abismo frente a mis pies, 
las yemas de sus dedos entran en mis hombros y liberan el deseo que se empantanó en mis clavículas, 
respira y me eleva hasta la altura de su pecho, 
encanta mi aura con la gravedad de su sonrisa y en la calma raya mi espalda escribiendo el fin de mis días. 

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