miércoles, 20 de enero de 2016

Pasa y se acaba

Cae la tarde empujada por el peso de la noche aplastando el ultimo rayo de sol hasta quedar una sombra torcida de un poste de luz ubicado al inicio de las escalinatas de una casa frente a la virgen de la serpiente, desde la ventana se la puede ver por un huequito en medio de las ramas del árbol de arrayán, mientras miro a la virgen, detrás de mí se escuchan explosiones de leña seca en la chimenea de piedra blanca y al pie  un hombre que no le teme al fuego que con su mano desnuda danza los dedos a las ramitas secas que se niegan a la braza roja, emana misterio desde la primera vez que lo vi, entrar en su mundo es tan difícil como permanecer en el, combina palabras buscando una clave indescifrable para su oyente, manipula el futuro, así lo creo, por eso el fuego no le hace daño, si camina sobre el, si lo atrapa con las manos, si lo envuelve en la lengua y lo pasa a mi boca, levanta su mirada pasiva como en un gesto de mover las horas, me resulta impredecible saber cuando quiere besarme o que responda alguno de sus cuestionamientos o de cuando ya quiere sacarme la ropa, mis pies esquivos y mi poco afán me llevan a sentarme en el lado frío de esta casa nivel santuario de habitaciones acogedoras y vacías,  al poco rato ya hablamos de todo lo que conlleva enamorarse, echados en un sillón de cuero marrón después de ser uno, la chimenea se encarga de dar calor a los cuerpos desnudos mientras le cuento la historia  de como conocí al amor de mi vida y él me dice cómo se casó con el amor de la suya hace mucho tiempo atrás cuando le daba riendas al corazón, tomados de las manos y a ratos con mis labios en sus falanges me explica lo que implica quedarse sin aliento en el momento mismo de ser elevado al espacio, la sinergia de la aleación de ese metal extraño del que está  hecho nuestro corazón, en detalle relata lo que sintió por tres mujeres en su altar de años, las torturas insignificantes de decir la verdad a quien por asalto de media noche dejó de amar, busca mis ojos y me dice que grato escucharnos, hablarnos, mirarnos y continuar, será madurez o falta de algo, nos consumen las ganas de besarnos pero no las de vivir cercanos, ligeramente cubre con su cuerpo el dorso de mi cuerpo al que a nadie he dejado abrigar, despacio me susurra palabras para enamorar o de pronto solo eran besos en el lóbulo, como siempre, se interpreta distinto las conveniencias con los cuerpos desnudos, las pausas de este vínculo son para cambiar el disco de música lenta que se ha terminado, nos encontramos sin limites, libres de puntos a favor y en contra, a simple vista escaso de todo lo que podamos amar, solamente llevados por el deseo de la única parte que nos atrae jugar. 

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