Lola
magra
costra
Numen de muchos
Cosa de nadie
Trae a cuestas la carga impuesta de amores que juraron quererla siempre
Nadie le produce pausas al respirar
Yace por la vida como un cromo mal pegado en un álbum de lujo
El Almizcle de reserva se agotó
Boca de labios violeta en mate
Sin combinación olor fuerte y punto rojo ya no es lo mismo
Sus largas caminatas no son más que con sus dedos
Que hacen las veces de pies corriendo por sobre su pecho
Mientras está echada de cara al techo
El ánimo la ha dejado así
Sin fuerza para doblar y desdoblar las rodillas cuando está en pie
Se imagina cruzar las calles en medio de los autos o saltando sobre ellos con sus falanges torcidas
Hasta eso la cansa
Se agota la poca cordura que le queda
Será mejor escribir la despedida
Como para matar el tiempo de las horas lentas
Toma el lápiz entre sus dedos que hacen de piernas
Piensa que el mejor lugar para morir debe ser frente a la morgue
Siempre precavida en ahorrar tiempo
Transcribe su despedida a más bien una lista de instrucciones
Pidiendo que se mienta para rescatar la poca verdad que queda de su vida
-no digan que me arrojé
-despistada siempre fui
-apurada con el trafico también
-pueden decir que me alejaba de los cuerpos inertes de ese lado de la acera
-que fue un intento fallido como los últimos en su vida perfectamente equivocada
-que iba pensado en bailar desnuda sobre un coche en movimiento
-que sin más razón que el descuido quedó bajo las ruedas del coche
Firma Lola,
Ah como le gustaba su nombre, se desliza suave en la lengua como un pan de maíz que deja hojuelas para morder luego, siempre lo pronunciaba con la primera ele en el lado derecho del paladar y la otra en el izquierdo lo que hacía mover su labio inferior en un vaivén que enloquecía y tatuaba su nombre en las retinas del que lo escuchaba
Nunca enseñó a nadie a pronunciarlo como ella,
Pero enseñaba otras cosas
Las tetas por ejemplo
Sincronizadas a sus codos sobresalen los centímetros perfectos a la vista del observador que gusta de la simetría
Acostada las mira
Lomitas perfectas para practicar caída libre y luego de un solo impulso elevarse al cielo
Puede notar sobre ellas el latido de su corazón
Al que le ha dejado de funcionar el ala izquierda
Quizá por falta de luz
Quizá por falta de pago
Piensa que si no fuera por las costillas la gente tomaría más en consideración su delicadeza
Pero está escondido tras los huesos y tras esas tetas que gustan de ver
Y convierte su corazón en un mito en algo que algunos piensan que ella ni siquiera posee
Nadie se ha quedado allí dormido, seguramente escucharía la suave melodía de tambor que desprende
Que llora
Que comunica
Imaginar esto la llevó a romper la mina 05 del lápiz sobre el borrador de la despedida escrita en el papel marfil arrugado que se encontró en su mesita de noche
Esa mesita que compró con un bono de la empresa
En oferta como todo lo que sí podía pagar
Nunca había necesitado una, hasta que probó tenerla y entendió la falta que le había hecho toda la vida
Como un cuadro la decoraba al sentarse al filo de la cama
Primero el reloj menta regalo de ese que parecía amor pero solo había sido calentura
Dos invisibles de cabello que invisibles solo el nombre porque negros si eran
El anillo estilo turco de la mano derecha y el solitario de la mano izquierda
La pulsera de metal barato descolorido de la que cuelga un búho con piedras negras en los ojos
Y el collar comprado en la vereda de un parque de Medellín con un gran dije en forma de corazón
Tan hueco y vacío como ese que todos los días intentaba latir
La mesita de noche se convirtió en la base de sus elementos
Esos que en el día la acompañaban en los surcos del cuerpo
Se recogía de piernas y observaba su obra durante horas
Acomodada de manera que ante sus ojos los objetos sigan vibrando
Con sus latidos
Con sus dedos piernas
Con su muñeca flaca
Hasta que se aquieten las vibraciones de su cabeza que sin los invisibles se volvía una nube de pelo negro enredado con sus pensamientos suicidas entrando y saliendo por sus orejas
Se dejaba caer
Y afortunada era que en el medio del camino hacia la almohada se quedaba dormida
Pero eso le costaba las mejores horas de sueño
Desde el instante en que los muertos quieren sentir las historias de los vivos
Cuando salen a escucharlas pero nadie quiere verlos
Y les regalamos gritos de espanto
Lola no, ella los mira pasear a su alrededor,
Flotan hasta que alguien se dirija a ellos,
Le desarman su mesita
Aceleran las horas del reloj menta
Hacen brillar los ojos del búho
Y prenden una fogatita en el corazón hueco
Vacío como era ella sentía que se le quemaba el suyo
El que lleva debajo de las tetas
No era tan inerte después de todo
Aquella carta de despedida
La terminó a los 3 minutos de empezar.
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